lunes, 3 de marzo de 2008

HERMANN HESSE

Mi historia no es agradable, no es suave ni armoniosa como las historias inventadas; sabe a insensatez y a confusión, a locura y a sueño, como la vida de todos los hombres que no quieren mentirse más a sí mismos...”
(Demian)




Mi acercamiento a Herman Heese tiene un sabor especial. Un sabor a celda y violencia fría.
Fue allí donde conocí este libro, del Lobo Estepario lo arrebate a modo de venganza por la perdida de mi libro del poeta Manuel Scorza, uno de mis favoritos cuando estoy con ganas de vivir.
Quede sorprendido y desde entonces arrastro mi celda por donde camino; desde entonces sigo preso de mis arrebatos y locuras. Sigo preso de este hermoso libro…
De este lobo que deambula por las noches en soledad.

Les ofrezco en este espacio, fragmentos mas relevantes de la obra. Quizás mi apreciación sobre El Lobo Estepario tenga un matiz personal, esto se debe a que mi estancia en la tierra fue muy extraña. Digo fue por esa manía de pensar siempre en el después. Ese tormento que a muchos nos obsesiona esas ganas de tomar la salida que a muchos se nos presenta como un morboso placer. Saludos a mis amigos suicidas que es a ellos, que los dedico estos dulces fragmentos que se que a de atormentarlos….

Érase una vez un individuo, de nombre Harry, llamado el lobo estepario. Andaba en dos pies, llevaba vestidos y era un hombre, pero en el fondo era, en verdad, un lobo estepario. Había aprendido mucho de lo que las personas con buen entendimiento pueden aprender, y era un hombre bastante inteligente. Pero lo que no había aprendido era una cosa: a estar satisfecho de sí mismo y de su vida. Esto no pudo conseguirlo...

...Ahora bien, a nuestro lobo estepario ocurría, como a todos los seres mixtos, que, en cuanto a su sentimiento, vivía naturalmente unas veces como lobo, otras como hombre; pero que cuando era lobo, el hombre en su interior estaba siempre en acecho, observando, enjuiciando y criticando, y en las épocas en que era hombre, hacía el lobo otro tanto. Por ejemplo, cuando Harry en su calidad de hombre tenía un bello pensamiento, o experimentaba una sensación noble y delicada, o ejecutaba una de las llamadas buenas acciones, entonces el lobo que llevaba dentro enseñaba los dientes, se reía y le mostraba con sangriento sarcasmo cuán ridícula le resultaba toda esta distinguida farsa a un lobo de la estepa, a un lobo que en su corazón tenía perfecta conciencia de lo que le sentaba bien, que era trotar solitario por las estepas, beber a ratos sangre o cazar una loba, y desde el punto de vista del lobo toda acción humana tenía entonces que resultar horriblemente cómica y absurda, estúpida y vana. Pero exactamente lo mismo ocurría cuando Harry se sentía lobo y obraba como tal, cuando le enseñaba los dientes a los demás, cuando respiraba odio y enemiga terribles hacia todos los hombres y sus maneras y costumbres mentidas y desnaturalizadas. Entonces era cuando se ponía en acecho en él precisamente la parte de hombre que llevaba, lo llamaba animal y bestia y le echaba a perder y le corrompía toda la satisfacción en su esencia de lobo, simple, salvaje y llena de salud...
...Así estaban las cosas con el lobo estepario, y es fácil imaginarse que Harry no llevaba precisamente una vida agradable y venturosa. Pero con esto no se quiere decir que fuera desgraciado en una medida singularísima (aunque a él mismo así le pareciese, como todo hombre cree que los sufrimientos que le han tocado en suerte son los mayores del mundo). Esto no debiera decirse de ninguna persona. Quien no lleva dentro un lobo, no tiene por eso que ser feliz tampoco. Y hasta la vida más desgraciada tiene también sus horas luminosas y sus pequeñas flores de ventura entre la arena y el peñascal. Y esto ocurría también al lobo estepario. Por lo general era muy desgraciado, eso no puede negarse, y también podía hacer desgraciados a otros, especialmente si los amaba y ellos a él. Pues todos los que le tomaban cariño, no veían nunca en él más que uno de los dos lados. Algunos le querían como hombre distinguido, inteligente y original y se quedaban aterrados y defraudados cuando de pronto descubrían en él al lobo. Y esto era irremediable, pues Harry quería, como todo individuo, ser amado en su totalidad y no podía, por lo mismo, principalmente ante aquellos cuyo afecto le importaba mucho, esconder al lobo y repudiarlo. Pero también había otros que precisamente amaban en él al lobo, precisamente a lo espontáneo, salvaje, indómito, peligroso y violento, y a éstos, a su vez, les producía luego extraordinaria decepción y pena que de pronto el fiero y perverso lobo fuera además un hombre, tuviera dentro de sí afanes de bondad y de dulzura y quisiera además escuchar a Mozart, leer versos y tener ideales de humanidad. Singularmente éstos eran, por lo general, los más decepcionados e irritados, y de este modo llevaba el lobo estepario su propia duplicidad y discordia interna también a todas las existencias extrañas con las que se ponía en contacto.